La mayoría de los volcanes proporcionan avisos de su próxima erupción. Otros, por el contrario,
pueden entrar en erupción sin previo aviso.
Erupciones de vapor, erupciones magmáticas y la subida del magma a un nivel más cercano de la superficie; son algunos de los avisos posibles de una erupción. Además, el movimiento del magma suele producir movimientos sísmicos, detectables, que pueden deformar el suelo e incluso causar cambios en la temperatura del suelo y en la composición química del agua. Los volcanes que inician actividad también pueden emitir fumarolas y gases.
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